Las recetas más sencillas, a veces suelen ser las más complejas. El pan con tomate es una combinación popular, económica, fácil y simple donde las haya, pero que correctamente elaborado, resulta una auténtica exquisitez.
Una costumbre gastronómica aparentemente tan simple. Es la esencia de la dieta mediterránea. El pan, el aceite y el tomate, ahí está su base, nada más y nada menos.
Pero como todos sabemos, lo sencillo a veces resulta complicado. Y como todas las buenas ideas muchos se disputan su invención. Así hay muchas y variadas técnicas de preparación y distintos criterios sobre su origen.
En cuanto a su preparación; pocas cosas resultan más fáciles de preparar que un trozo de pan, medio tomate maduro, un pellizco de sal y un buen chorro de aceite, pero desgraciadamente las prisas, y la mala elección de la materia prima, hacen perder su esencia a esta magnífica combinación de alimentos; Sería una torpeza sustituir cualquiera de sus ingredientes por otros de baja calidad.
Por ejemplo el pan ha de ser un buen pan hecho al horno con su base de masa madre y no esos panes de masa congelada industriales que venden ahora. El tomate, (siempre maduro, nunca de lata, por favor, ni la mejor marca) preferiblemente un tomate de huerta y de temporada y el aceite sin duda, virgen extra si queremos que este alimento llegue a la categoría de delicia gastronómica. Sólo debemos presionar la mitad del tomate sobre una rebanada de pan previamente cortada hasta que quede rojo en su totalidad, añadir un generoso chorro de AOVE y una pizca de sal.
Con respecto al origen, el pan con tomate, en el siglo XVII aparece una receta mallorquina, pero aún sin tomate. Hay que recordar que este producto, aunque se trajo de América en el siglo XV, no estuvo presente en la cocina española hasta el siglo XVI. Pero hay documentación escrita de 1884 en la que en Cataluña, en un momento de abundancia de tomates en las cosechas para aprovecharlos, se empezaron a untar en el pan seco para ablandarlo y esta es una de las teorías más conocidas.
Hoy en día, está especialmente arraigado en Andalucía, Cataluña, Aragón, Baleares, Región de Murcia, Comunidad valenciana, y en Canarias y como desayuno, aunque es común su preparación en toda España y zonas de Italia.
Otra ventaja de este manjar, es su versatilidad, podemos hacer variantes añadiendo alimentos como ajo para aromatizarlo. jamón para hacerlo más contundente, o cualquier otro embutido de nuestra marca, Flamenco Gourmet.
Pero todo esto no es necesario. Te recomendamos que disfrutes de la receta original con sus ingredientes naturales y disfrutarás al máximo.